viernes, 13 de junio de 2014

ROBERTO D. MALATESTA

Mi amigo vive cerca del arroyo




Hasta ahora, nunca he incluido en este blog reseñas, ni estudios, ni cartas, ni enlaces referidos a mi obra llamémosla así, no porque me parezca que esté mal hacerlo, sino seguramente por resabios de pudor provinciano. Ayer, sin embargo, me llegó un nuevo libro de Roberto D. Malatesta, La estrella roja y otros poemas, donde aparece un texto que este amigo me dedicó hace años, luego de que pasara unos días en mi casa, que entonces quedaba en Alta Gracia, a unos metros del arroyo que bordea la ciudad. Los versos, que ya conocía, porque me los había enviado poco después de su visita, me conmovieron nuevamente, esta vez de otra manera, como si todo lo pasado y perdido volviera, resonara de pronto en sus palabras, se hiciera vívido en torno a sus imágenes: lo vi sentado en la vieja reposera (él la asciende generosamente a sillón, por razones eufónicas), que alguna vez fue roja y en ese entonces ya era anaranjada, y que todavía conservo; lo vi a la entrada de mi casa, donde también yo pasaba largas horas escuchando el rumor del agua, las voces familiares que venían de adentro, y observando las variaciones de la luz entre los árboles, los pájaros en el cielo del norte, lo que iba y venía por la calle de tierra... A sus versos les debo, pues, este imprevisto retorno en el tiempo. A modo de modesto agradecimiento, he decidido que sean ellos los que inicien una nueva sección en el blog, que podría llamarse según una ocurrencia humorística de otro amigo, Pedro Mairal– “La Egoteca”, o bien, menos egocéntricamente, parafraseando palabras de Apollinaire: “De la amistad fundada en poesía”.


MI AMIGO VIVE CERCA DEL ARROYO

Mi amigo vive cerca del arroyo.
Desde su casa puedes escuchar
la cadencia del agua.
Yo mismo, ensimismado, me detuve
a oír, sentado en su sillón naranja.
Ciertamente mi amigo es muy afortunado,
camina a orillas del arroyo
hasta llegar al parque
y las sierras le abrazan
el horizonte.
Yo podría envidiarlo
pero no lo hago.
Si no fuese mi amigo
otra cosa sería.
Al serlo un poco soy
yo el que vive
tan cerca de un arroyo.
Su rumor se percibe a través del poema.

                         (de otros tiempos, a Pablo Anadón)

ROBERTO D. MALATESTA

[En: La estrella roja y otros poemas,
Editorial Leviatán, Buenos Aires, 2014]

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